miércoles, 4 de noviembre de 2009

el cenicero


el cenicero
Cargado originalmente por atxu
EEran tiempo en los que todos fumaban. Yo todavía no había empezado pero no faltaba mucho para esconder mi primer paquete de PIPER en un agujero en los pinos de la estación. La ligarza ya había pasado a la historia en las colonias de Zudaire escondidos detrás del árbol de la berruga. En la oficina todos echaban humo y después, en un alarde de limpieza, maravillas de la técnica, apretaban el pichorro y la colilla se pegaba un baño edificante. Mi padre fumaba Suprema, y Habanos y guardaba los cartones en el estante de arriba de su armario ropero. Nosotros, que por supuesto fumábamos los cuatro, hacíamos incursiones por aquel santuario de la nicotina. Después, mucho después y tras ver "La casa de los espíritus" decidí dejar de fumar para siempre siendo consciente de que ya nunca más iba a sentir ese placer. Le regalé el cenicero de mi padre a Luis que era el único que todavía fumaba. Ahora él también lo ha dejado pero el cenicero permanece en la estantería, mudo testigo de lo que fueron los viejos tiempos.

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