jueves, 30 de septiembre de 2010

Las mantecadas Salinas y Andrew Dufresne

En 1966 Andrew Dufresne se fugó de la prisión de Shawshank. Lo único que encontraron fue su ropa de presidiario manchada de barro, una pastilla de jabón y un viejo martillo de gemas prácticamente gastado de tanto uso. Recuerdo que había pensado que un hombre tardaría 600 años en cavar un tunel en el muro con él. El viejo Andy lo hizo en menos de veinte. A Andy le encantaba la geología, supongo que encajaba con su naturaleza meticulosa.Para él, el tiempo transcurría despacio, como en la era Glacial. La geología es el estudio de la presión y del tiempo y de hecho, eso es lo único que hace falta: presión...y tiempo, eso y un póster bien grande.Tal como dije antes, en la cárcel un hombre hace casi cualquier cosa para mantener su mente ocupada, el pasatiempo favorito de Andy era llevar trozos de esa pared al patio, puñado a puñado. Y puñado a puñado, mantecada a mantecada los Salinas de Tudela han hecho en estos últimos 140 años una forma de vida, dando placer a quienes tenían la suerte de abrir esa caja metálica que a mi me encandilaba de niño. No recuerdo ninguna llena de mantecadas pero sí las cajas en las que Marisa guardaba los hilos de colores. Esos hilos que tanto me han ayudado en concebir este mundo como un mundo de color y también un mundo de amistad. Como la que Andrew Dufresne cultivó en esa sórdida cárcel de Shawshank. Hoy la tienda de Salinas de Tudela está cerrada pero todavía conserva la elegancia del clasicismo decimonónico y ese color que Andy tanto disfrutó el día que llegó a su playa de Nuevo Mexico. Hoy agradezco a los salinas, y a Andy, y a Marisa todo lo que han hecho por mi.

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